jueves, 16 de octubre de 2008

PARTICIPACIÓN EN LA EMBAJADA VENEZOLANA: 17 oct

17 oct 2008, 6:00 p.m. 06:00 PM -

Galería "Armando Reverón", Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en México

Calle Schiller 326 entre Av. Horacio y Av. Presidente Masaryk, México DF, Distrito Federal 11570 -


Cáiganle a la Embajada Venezolana, en la galería, piso 4. Toro de Minos y Mercurius participarán en la inauguración de la exposición fotográfica de Alejandro Marín.

lunes, 18 de agosto de 2008

Nueva rola: El arrullo de Oli con luna de neón

En 
http://torodeminos.mypodcast.com

Primer acercamiento inspirado del Toro de Minos a la música electrónica.
Sonidos y ritmos que seguramente arrullarán a los niños que han nacido en este agitado siglo veintiuno.
Pruébenlo ... INFINITAMENTE MEJOR que la patraña del "Efecto Mozart".
Eso sí, suban el volumen (siempre).
Música, sintetizadores, programador de secuencias y demás: Toro de Minos

--Atención: ES ADICTIVA--

martes, 12 de agosto de 2008

Charles Lloyd Quartet: Rabo de Nube

Charles Lloyd Quartet: Rabo de Nube (En vivo)
ECM Records, 2008

Calificación: 6.5/10

Charles Lloyd: Sax tenor, flauta
Jason Moran: piano
Reuben Rogers: bajo
Eric Harland: batería, percusiones.

Setenta años. Leyeron bien, Charles Lloyd cumplió SETENTA AÑOS al grabar este disco EN VIVO, óiganlo bien, EN VIVO. El saxofonista tiene más que dar a los setenta, más creatividad e idea que, sobra decirlo, muchos instrumentistas que todavía no llegan a los treinta cuando el cerebro ya se les secó...en fin, sin más comentarios. Este saxofonista realmente asombroso celebró pues su cumpleaños en el escenario. Y lo hizo muy bien.

"Prometheus" abre el disco y es un largo (¡dura casi quince minutos!) y rico diálogo entre los instrumentos del ensamble; armonía y comunicación entre el bajo, el sax y la batería que recorren las escalas casi sin esfuerzo. Destaca el solo de la batería. Sincopado y casi furioso, con los recursos más básicos, el baterista arranca los aplausos de un público atento, los primeros compases del disco nos invitan a quedarnos a escuchar.
   "Migration of Spirit" se inicia con el bajo para después esperar que los otros se unan, mientras uno escucha a Llyod llevando la melodía principal en el sax. De notas calmas al principio, este número desarrolla movimientos más alargados que contrastan con las escalas rápidas del saxofonista. El ritmo es atemperado pero nunca deja de llamar la atención. Al final se vuelve al lento del principio. Muy buen logro.
   "Booker's Garden" es un encuentro más calmo entre las ideas musicales del cuarteto. Cada uno improvisa alrededor de un tema delicado. Aun así, me parece que el número no es tiene el buen nivel de los otros.
   "Ramanujan", con guiños orientalistas, bello y apacible, pero con ideas más claras que el número anterior. El piano salpica con acordes mientras trata de entrar al solo. Hay aquí juego y comunicación entre los músicos.
   "La Coline de Monk" coquetea con algunos arreglos de Thelonius, que indudablemente se asoma en todo el disco. El piano aquí lleva el tema principal y, más adelante, Llyod nos recuerda el tema "Straight, no chaser", del gran Monk.
   "Sweet Georgia Bright", cuyo tema es un blues muy grato, tiene grandes momentos (los mejores del disco), solos de cada uno de los integrantes, giros y cambios rítmicos sorprendentes e imaginativos. Hay incluso un sabor latino impregnado por el piano y la batería. Humor, exuberancia, dominio. Excelente desarrollo.
   "Rabo de Nube", tema de Silvio Rodríguez, es leído aquí como una balada con sabor a Bossa-Nova, llevado por el sax de Llyod. El tratamiento aquí es más bien básico y tradicional, para los estándares del jazz.

Resumen

Rabo de nube es un disco de buen jazz para un público amplio. Sobrio y bien armonizado (lo que es muy difícil en los discos en vivo), en verdad que resulta una gran sesión. Lo acabo de aprender: el jazz puede hacerte cada vez más joven. 

sábado, 2 de agosto de 2008

Tegan & Sara: The Con

The Con (Sire Records, 2007)
 
Estrellitas: 4/10
 
Una: Oh, hermana mía, estoy muy aburrida, ¡¡quiero algo distinto!!
La otra: Justo eso iba a decir.
Juntas: ¿Qué se nos ocurre?

(Ambas dejan por un instante de peinar sus respectivas Barbies, Special Indie Singer Edition: Start-Up Kit included!!).

Una: Algo NUEVO, sorprendente
La otra: Algo NUEVO, sorprendente
Juntas y al unísono gritan: Síiiiiiiiiii
 
Imagino que esta escena familiar (efecto de sonido de un tierno aaahh y algunos aplausos) fue el preámbulo para el dueto tan chispeante (llamémoslo así), que inventó...la música de los ochenta. Si hubieran puesto alguna atención a sus mayores, tal vez lo hubieran sabido. Pero estas chicas persisten y hacen las delicias de los que, como ellas, sienten que nada existió antes del bendito día en que nacieron. Así que, bueno (manitas a la obra) creo que se propusieron a ir más allá de las fiestas de mami y papi para llegar a los corazones simples y fáciles de millones de personas...y, (¡oh, cielos!) para regodeo de todos nosotros, lo lograron.
 
Chapucero, alegre, vibrante, The Con es hoy por hoy una versión con apenas pocos cambios del tipo de música y coritos agudos al unísono que se escuchaban en la época del renacimiento de las estaciones de radio (pero con música anglo de lo más insufrible, igual que hoy), de los cortes de pelo angulares y las tintas perfumadas.
Plagado de lugares comunes en sus letras, las cantantes de The Con se lo pasan bomba cantando cada corchea de un compás de cuatro cuartos. A tempo. Ningún accidente.
Hechos con la misma intención, los arreglos desafían cualquier intento de seriedad y profunidad. Diversión sin explicación. Superficialidad y erotismo. Los ochenta.
Puedo decir cuál es la más ochentera, indudablemente "Call it Off". Sin embargo, tengo un problema para reseñar este CD: siendo las catorce fuertes candidatas, no puedo decir cuál es la peor canción, hasta hoy no me decido entre "Are you Ten Years Ago", "Like O, Like H", "Burn Your Life Down", "Dark Come Soon", "Hop A Plane" o "Nineteen". En ese orden.
 
Epílogo
 
Me miró sonriente, complacida y burlona. No pudo ya contener su curiosidad (aunque creo que, a la vez, no quería hacerlo porque me detendría). Pero finalmente se atrevió a caminar hacia el auto: "¿Qué es lo que bailas?" Entonces, deslumbrado (el sol daba justo sobre sus hombros), miré un rostro que no había visto antes: "Se llama 'Back in Your Head', de Tegan & Sara"...

viernes, 1 de agosto de 2008

The National: Boxer

Boxer: (Beggars Banquet, 2007)
 
Calificación: 5.5/10
 
Un disco con algunos aciertos, nostálgico, hecho con una voz y melodías que recuerdan un poco a grupos como Tindersticks. "Fake Empire" (el número que abre el CD) anuncia también el tema general: lo cotidiano, la banalidad, la angustia y la desesperanza. Tópicos ya muy conocidos y abordados por millones de grupos de rock. Como si fueran letanías, algunas canciones indudablemente deben escucharse con atención: tal es el caso de "Slow Show", con tintes y letra para humores artificialmente melancólicos, "Ada" (un arpegio que suena sin chiste y un piano acompasado que hecha a perder la canción en algún momento con un golpeteo de acordes) o "Green Gloves", con guitarras que armonizan bien y coros logrados. "Star a War" tiene en sus primeras líneas algo parecido a las líneas melódicas de Jim Croce (jejeje), para luego irse con un bajo sincopado.
No tan oscuras son "Brainly" (con una sección rítmica cuadrada y poco original de batería); "Squalor Victoria", chocante (otra vez la batería no encuentra su lugar) y acompañada ahora de cuerdas y también de un piano acartonado, el coro es simplón. "Guest Room" es convencional y reiterativa casi hasta el aburrimiento. "Mistaken for Strangers", gris como ella sola.
"Gospel" es una nueva visita a armonías de las baladas dulces con un ligero sabor a los setenta, el clima es igualmente monótono aquí, mientras que "Apartment Story" suena un poco a los ochenta, ¿revisión exitosa? A medias: hacer un tema de lo vano y el sinsentido justo con un ritmo tan optimista es un buen recurso. El problema en esta canción es tal vez la pobreza en los arreglos.
 
Hay aquí una buena rola que hace pesar el disco: "Racing like a pro", con una instrumentación similar a la de "Ada", pero hecha cuidadosamente, los mismos recursos del disco en un resultado (ahora sí) elegante. Melancólica, oscura, con un arpegio que suena limpio, que casi me sugiere la guitarra española de finales del siglo XIX, Tárrega, por ejemplo. Lo mismo el piano, que con notas apagadas acompaña la melodía, la circunda y la enfatiza. Finalmente, los alientos y violines revolotean sobre el tema. El grupo tuvo el acierto de omitir percusiones. El fraseo del cantante, justo para la letra, lo mejor de Boxer.
 
Resumen
 
No puedo decir que es un disco malo pues, a pesar de su excesivo recurso a las monotonías, una batería que nunca encaja y otras carencias, tiene algunas canciones que a veces se dejan escuchar a la hora del vino de la tarde.

miércoles, 23 de julio de 2008

Dos sencillos de The White Stripes

Conquista y You don't know what love is...(Warner Bros, WEA, 2007)

En realidad adelantan algunos números del disco Icky Thump (2007), del mismo grupo.

Conquista (3.5/10)

El disco contiene dos versiones: ambas son francamente divertidas y merecieron estar en este lugar porque la sorna con la que están hechas es ideal para estados de ánimo relajados y sin más interés que el de mirar el árbol frondoso más cercano. El de mi ventanal, en este caso. La primera versión es en español y la segunda en inglés, pero con mariachi. El peligro, el riesgo de la conquista, fue buena idea asociar todo eso con una corrida de toros. En fin, siendo un Minotauro...¿Y la música? Un desastre.

You don't know what love is... (3.5/10)

Este CD contiene dos versiones de "You don't know...", y una versión (acústica) de "A Martir for My Love For You". La primera (en sus dos números) es un rock muy convencional. Los teclados y, en general, los ritmos, recuerdan a los años más clásicos. Pero cuidado, la seguna versión de "You don't know..." es peor que la primera, lo advierto. Mientras tanto, el tratamiento acústico de "A Martir..." no es lo que uno esperaría del dueto tan afamado. La voz no hace ningún énfasis y la guitarra suena a "no se burlen, estoy aprendiendo".

Resumen

Me alegra haberme encontrado con este material: así me ahorro lo del disco completo.

lunes, 14 de julio de 2008

Portishead: Third (2008)

Portishead: Third (2008)
Mercury
Calificación: 4/10

En la portada había un mensaje que decía: "El disco más esperado del 2008", “¡Contiene Machine Gun!” Bueno, veamos qué es lo que toda la gente espera, en realidad me encontré que este disco azul con una P y un 3 superpuestos estaba en oferta y, pues decidí jugar a la ruleta, cuando no conoces (o no recuerdas) nada del grupo.

“Silence” es una canción difícil: inicia con una especie de manifesto khármico (recitado en portugués) para ir hacia ritmos continuos que se vuelven aburridos después de un instante. “Hunter” es de una lentitud que, a pesar de los esfuerzos de la cuerda de una guitarra, y el cambio de tiempo que a veces se escucha con el sintetizador, no logra expresar nada que no suene mejor en otros grupos. Es claro que la cantante confía demasiado en su voz, pero simplemente es una voz que allí está, fría y sin ningún esfuerzo, lo peor: es plana. Esto está claro en “Nylon Smile”, que pudo haber sido mejor con arreglos más cuidadosos y sin tanta chabacanería musical. Pasemos a la otra rola: “The Rip”, que es una baladita con una guitarra de estudiantina. ¿Le pondremos la “P” de “pésima ejecución”? En realidad “The Rip” (salvo la guitarra), es una buena canción. La cantante se escucha mejor, sin mucha pretensión y los arreglos son sencillos pero armonizan bien.
“Plastic”: he aquí la apelación al típico sonido ya desgastado del helicóptero. Se escucha en muchísimas canciones y se seguirá usando ad infinitum, pero no funciona bien, lo mismo que la batería que hace un redoble muy flojo de vez en cuando. Otra vez la cantante impostada y buscando ser…mmh… qué se yo. “We carry on”, literalmente, ah, ¿hay alguien en el mundo que aguante esto dos veces? Es tremendamente monótona y no hay nada que escuchar. “Deep Water”, el exceso de confianza se vuelve autismo: un charango no hace un disco; “Machine Gun”, cuyos arreglos a la Depeche no podrían ser más obvios, es igualmente incolora, sus ritmos y coros no comunican nada, ¿habrá sido un éxito, para quiénes? “Small” es igualmente cansada, con efectos de sintetizador aquí y allá, que dan cuenta de una mala producción, que no se oculta para el final. “Magic Doors”, es una mala canción y ya. “Threads” es igualmente aburrida, nada hay de nuevo en este número para quien ya escuchó los anteriores.

Resumen
Una voz fingida y plana que, con excelentes ejemplos de malos agudos, busca crear efectos de languidez que se encuentran más arriba de lo que su talla puede dar. “Arreglos” simplones, tambores que suenan una y otra vez a lo mismo. Letras que pretenden enseñar de las desgracias de la vida, mal concebidas y sin efecto. En este 2008, la gente que esperaba un disco de Portishead seguramente se quedó con las ganas.

martes, 24 de junio de 2008

Radiohead: In Rainbows

Radiohead: In Rainbows (2008)

Warner Chappell Music

Calificación: 5/10

Disco 1

Abre con 15 steps, de ritmo sincopado y lleno de giros tonales y melódicos que, bien cuidados, pudieron haber sido interesantes, pero en este caso Radiohead deja pasar la oportunidad y no llega a nada; me da la impresión de que el equipo ya está muy cansado...hasta de repetirse. Bodysnatchers y Weird Fishes son reiterativas y aburridas, hechas con arreglos que recuerdan a tantos grupos pop, grupos a los que, en todo caso, pudieron escuchar mejor. Nude y All I Need son baladitas, ésta última con una letra más que floja, bien hubiera podido venir de cualquier conjunto melcochero; los elementos son simples, la guitarra ya conocida y, lamentablemente, no ha mejorado. Música que caerá bien en los adolescentes que todavía no están hasta acá de las tarjetitas: "Eres especial", "Todo lo que necesito está en ti". Faust Arp es una canción que finge un arreglo de cuerdas, aunque más bien es un relleno; la guitarra sigue un arpegio similar a "Blackbird" de los Beatles (al menos a eso me recordó), no hay nada de malo en ello...pero, definitivamente, la segunda es superior. Reckoner, insípida, casi ni se nota, no expresa nada; pero aaahhh, House of Cards es la burla total al consumidor, ¿escuchaste la primera frase?: "No quiero ser tu amigo, sólo quiero ser tu amante...", de indudable influencia Robertocarlosiana o Camilosestiana...tú eliges. Y por último Videotape: malos coros que se venden caro y un piano (en el mejor de los casos) que podrían aprender a tocar.

Disco 2

Me imagino que Jigsaw Falling Into Place (que también está presente en el disco 1), tiene algo en especial, por eso decidieron presentar una versión más. Bien pudieron ahorrársela. Ambas versiones son buenas para conducir en medio del tráfico, para la hora en que todo da igual. Down is the new up y Last Flowers son dos baladas acompañadas por un piano (o al menos eso creemos), pero se necesita un buen cantante, un grupo sin ninguna prisa por sacar un disco, buen vino, mezcal o un buen arreglo para lograr algo con el piano solo. Pero en este CD, ninguna de estas cosas es el caso. Down is the new up resulta muy poco convincente... Por lo demás, el piano es aporreado de modo que da miedo y con singular descuido en los dos números, ¿habrán contratado al pianista de Keane?

Resumen:

En general, Radiohead se confía y se desploma, In Rainbows es un disco decadente, ni siquiera hay sentido del humor. Con ideas superficiales, sin exploración y sin ingenio. En fin: es una larga exposición de motivos, temas y arreglos sin ningún alcance. Creo que será un disco que se olvidará muy pronto...claro, quienes lo recuerden (jejeje) no será por su música :-6

viernes, 23 de mayo de 2008

Nuevos sonidos: Kah

En el podcast del Toro de Minos:
http://torodeminos.mypodcast.com

¡Disfruta!

jueves, 14 de febrero de 2008

Barbie Michelle Farfán De la Vega

Sus facciones, créanlo, han dejado a más de uno pensando en las cosas admirables de este mundo. Su andar guapachoso y cumbiero moldeado por el sol de las tierras sureñas es su llave para abrir el cerrojo de los deseos que, en forma de piropos, caen a sus pies como monedas desde las ventanas.
No provoca pero aturde; no es una musa pero tampoco te quedarás sin decirle algo. Se le ha oído murmurar que no pretende la hermosura, pero nadie se lo cree. Le vienen mejor los vestidos largos y entallados, porque así tiene la oportunidad de lucir el cuerpo esbelto que le concedió la naturaleza sin necesidad de pagar ninguna cuota al gimnasio. Quienes le conocen han visto que sus cejas se arquean cuando alguien le pregunta su historia. Ya en las fiestas, no se deja amedrentar por las muecas que le dedican las novias celosas, y baila desenfadadamente con quien quiere, en el momento que le da su real gana; va a la escuela, más por inercia (o terapia) que por sed de conocimiento. Lo suyo son las revistas sobre moda y sobre gente de la farándula. Sabe usar también el estilo afectado del exceso de maquillaje (tanto del rostro como del alma). Nunca deja que alguna costurera confeccione sus trajes porque no confía en las mujeres. Sabe lo que tiene y lo sabe aprovechar muy bien: acaba de ganar el concurso de "La belleza gay del Espinal", que le traerá la distinción de ser la reina de la primera vela (fiesta que dura toda la noche) que organizará la comunidad homosexual del poblado. La vela se llamará "Sol y luna", así, sin más patronos que los dos cuerpos celestes. El costo de la entrada será un cartón de cervezas y amenizarán dos grupos de música tropical. El 11 de abril de 2008, todos saludarán a la graciosa, nueva e inusitada majestad, mientras que las conciencias que todavía son de piedra se tragarán el polvo de un siglo que apenas comienza.

viernes, 8 de febrero de 2008

Del fondo a la fonda (dos tiempos)

Cuando camino recogiendo los retazos de lo que quise ser, a diferencia de mucha gente, no me voy a esconder a una cantina o a un bar. Me crispa la idea de confesarme ante un extraño (o una extraña) que llegará a su casa con alivio al pensar: "Ah, hoy conocí a uno que está más jodido que yo".
Lo que hago es más simple: me largo a caminar al Istmo de Tehuantepec o, si no tengo dinero para el pasaje, me voy a buscar fondas y sitios de comida en los mercados de esta ciudad. Por supuesto, no es necesario ser psicólogo para explicarlo y lo reconozco. El menú generalmente tiene la misma estructura: consomé o sopa, arroz (o pasta fría), un guisado principal y postre. Los platillos se suceden en ese orden y, APARENTEMENTE, no hay mucho más que esperar de esas "cocinas económicas" concebidas para las almas desgraciadas que no pueden ir a un sitio más burgués. En fin, en uno de estos días, y después de ir de fonda en fonda, buscando lo que uno sabe que no habrá, me encontré con "Las flores", en una esquina cercana al Eje 7 Sur. Esto fue lo que pasó.
Primer tiempo: ¿Consomé o sopa? Lo que se entiende por consomé en las fondas es, las más de las veces, un tristísimo potaje que contiene tres piezas de verdura (a lo más) nadando debajo de un caldo insípido. Es un auténtico preludio del hospital. Preferí pues la sopa de pasta, que llegó de las manos de una señora frondosa, vestida con un mandil de otro tiempo (magnífico, no hay uniformes): -"Aquí tiene joven". ¿Joven?, ah, primera gran diferencia, en una cantina te dicen "jefe", lo que ahora me parecería una burla. Al sumergir la cuchara me sorprendió el aroma de la sopa del jitomate, agrio, generoso y dulzón. Aroma de infancia. Un gozo animado por el calor. El alma se distrae entre las letras que se agolpan en el fondo del plato: ¿qué mensaje, qué (des)esperanza se anuncia y quién lo podría descifrar? Una primera lágrima ya recorre la mejilla. La sopa nos transporta a la época en que alguien más se preocupaba por nosotros, cuando tu única tarea era cuidar de no perder muchas canicas por la tarde.
Bien plantado en la infancia, estoy ya listo para elegir ¿arroz o spaghetti? He aquí el platillo de la reconciliación: el hallazgo más grande de mi historia es el arroz con un huevo frito (estrellado) encima. Cuando llega a mí, la clara aún chisporrotea con el aceite y forma una gran colina, reluciente, encendida y brillante. La yema, todavía entera, está en medio de esta figura que tiene los pliegues del holán de un traje de tehuana, los pliegues de un vestido barroco tallados en yeso por Bernini. La yema es un gran sol vespertino de interior pulposo que se mece a punto de estallar, casi desbordándose sobre la cama de arroz. Las márgenes de la clara, y la yema al centro forman el ojo de un gigante que me ha visto crecer, un ojo que guarda, que vigila, que llora estremecido conmigo, por mí, que me reúne al fin con el presente. Sobre innumerables granos de arroz, el huevo frito se tiende como un espejo que escudriña impaciente mi nostalgia por la tierra que me hizo otro.

domingo, 3 de febrero de 2008

Compases y swing luctuosos del 2007

Primer compás: Hebert Rasgado

Llegué a Juchitán un día de verano, esto pasó hace ya mucho tiempo. El calor de las diez de la mañana sólo se detenía a la sombra del almendro. Me dijeron que Hebert cantaba en el bar de un hotel que está en la entrada de la ciudad. Después de mecerme en la hamaca hasta que llegó la tarde, me dispuse a ir al lugar. Pedí una cerveza. Era el intermedio, así que no sabía exactamente dónde se había metido el artista hasta que, por fin, salió, tomó su guitarra y empezó a cantar un bolero. El sitio estaba tan lleno que él no me podía ver y decidí no llamar su atención para poder escuchar ese timbre particularmente bello, ese afán preciosista en la interpretación, el desencanto disfrazado de orgullo, el fraseo de esa voz famosa ya en todo Oaxaca. Le miré pulsar su guitarra con el gesto íntimo de quien confiesa su amor. Hebert Rasgado cantaba en zapoteco, en ese mismo idioma interpretó también un arreglo de Yesterday (así es, de Lennon y McCartney, que después grabó) y algunas composiciones suyas. Cuando terminó de cantar me acerqué y le pedí que fuéramos a dar una serenata.
-¿A quién?, me preguntó.
-A la luna, le dije.
Eran casi las diez y, a partir de esa hora, las puertas de todas cantinas de Juchitán se abrieron a nuestro paso, gente que nunca había visto nos invitaba rondas de cerveza que a veces ya no alcanzábamos a tomar. La noche de Juchitán es una mujer morena que se va llorando sus desilusiones por las calles empedradas y se acerca a los que cantan; la luna istmeña, ataviada con su huipil roído por recuerdos que nunca encontrarán la paz estuvo con nosotros hasta que los gallos la espantaron. Ya era de día cuando acompañé a Hebert a su casa y, después de saludar a los vecinos que barrían sus patios, volví a la hamaca del corredor. Allí tuve sueños que ahora no recuerdo.
En diciembre de 2007, mientras estaba en Oaxaca, Vilma me contó lo de Hebert.
Cuando lo vaya a visitar llevaré la guitarra conmigo. Le debo una serenata.


Segundo compás: Andrés Henestrosa

Canté para Andrés Henestrosa en una reunión vespertina, en la Ciudad de México. La casa en donde estuvimos era de un personaje que, para que se hagan una idea, pensaba que el autor de Cien años de soledad era Carlos Fuentes. En efecto: el anfitrión era un político. Yo no había preparado nada para la ocasión y, para colmo, al día siguiente tenía que presentar un examen de filosofía (cursaba los primeros semestres de la licenciatura). Tampoco había ensayado (como siempre) pero había un paisano que interpretaba todo lo que el escritor quería, yo sólo hacía la segunda voz y, ocasionalmente, me atrevía a cantar algo sin acompañante. Allí conocí gente exótica que adoraba al Maestro pero, para mi sorpresa, ninguno de ellos había leído Los hombres que dispersó la danza. Tampoco sabían mucho de Salvador Novo y, por tanto, no les quedaba claro por qué Henestrosa hablaba de él. Tampoco…en fin, muchas otras cosas. Me dediqué a escuchar las muestras más exuberantes de la memoria del autor de "La Ixhuateca", ora contaba algo en didxazaa, ora platicaba una leyenda, después hacía juegos de lenguaje con el humor istmeño que nunca dejó, más tarde relataba la historia de unos versos. Después de algunos mezcales y otras tantas cervezas alguien pidió escuchar el son "La Martiniana". Se hizo un silencio y no sé por qué me decidí. Estaba frente al autor de la pieza, el mismísimo Henestrosa. Por supuesto, lo hice mal. "¿Quién diablos eres tú que no se sabe la letra?, cantas la versión de Óscar Chávez y no es la correcta", me espetó. Acto seguido Henestrosa cogió tinta y papel para escribir los versos originales. Al terminar me extendió la hoja: "Apréndetela".
Nos despedimos del Maestro, y yo había bebido tanto que decidí seguir la borrachera en un sitio donde hubiera un trío. Amaneció y después, por la tarde, se hizo patente mi falta de conocimiento sobre los detalles más relevantes de la teoría de la reminiscencia de Platón.


Swing: Oscar Peterson

En-mil-novecientos-setenta-y-tres-Oscar Peterson-Niels Pedersen-y-Joe Pass-tocaron-juntos-en el London House de Chicago y la cinta que grabaron-allí-y-que-dura-apenas-treinta-y-ocho-minutos es-fundamental-en más de un sentido. Nada igual. Nada. El público grita-aplaude-enloquece. Síncopa-y-escalas-brotando-a-una-velocidad-inusitada. La-gente-no-deja-de-aullar-de-emoción. Antes de que pase algo más viene otro blues, "Chicago Blues".
Doce-años-después-yo-no-podía-cerrar-los-ojos-ni-la-boca: era la primera vez que escuchaba la cinta llamada The Trio (Pablo Records, producido por, ¿es necesario decirlo? Norman Granz). Al principio, la insólita velocidad del "Blues Etude" me hizo pensar que la grabadora estaba mal. Pero no, la explicación es simple: virtuosismo. Y después escuché todo lo que pude de Peterson, aunque lo tuviera que comprar (un casete), pedir prestado a algún amigo (aquí cuento como seis casetes) o robar de alguna tienda (tres más). De hecho, el primer disco compacto que adquirí (no diré cómo) fue de Peterson (Live at the Blue Note, con Herb Ellis y Ray Brown), mucho antes de que pudiera tener siquiera el aparatejo para poder escucharlo. Iba de aquí para allá preguntando a mis amigos si ya habían comprado el reproductor para poder ir a sus casas. Así que le debo al disco de Peterson el haberme abierto algunas puertas y, sobre todo, haberme tendido algunas mesas para ser invitado a comer o a cenar. En tiempos difíciles en realidad eso significa mucho…bueno, de hecho no fueron tantas, y ahora no sé si quede alguien a quien le guste el Jazz; por lo demás, tengo la certeza de que el perverso que inventó el grabador de cidis lo hizo pensando en evitar que tipos como yo arrasaran con la comida de sus santos hogares. Me estremece pensar en el alma enferma que publique la discografía de Peterson en eme-pe-tres. Años después, cuando The Trio llegó a mis manos en su versión CD pensé que yo era el único que merecía escuchar esos treinta y ocho minutos porque, en efecto, no emocionan a nadie tanto como a mí.
En diciembre de 2007 me enteré por el noticiero. Esa tarde me puse a mirar el DVD de un concierto: Peterson en Montreal (producido por ya-se-sabe-quién, en 1977). Una rareza en la que, después de tocar algunas piezas solo, entran con él dos grandes bajistas (Ray Brown y Niels Pedersen). Juntos tocando con ese temible genio del jazz. Alucinante. Oscar Peterson al piano, desbocado, improvisando acordes y notas que, lo sé bien, derriban puertas.